La diferencia entre una llanta radial y una convencional está en la disposición de las cuerdas de acero en la banda de rodamiento.
En un neumático diagonal, las fricciones entre las capas provocan calentamientos perjudiciales, mientras que se observa una deformación de la superficie de contacto con el suelo, debido a una fuerte unión flanco / cima. De ello se desprende un desgaste más rápido y una menor adherencia. Este tipo de estructura presenta, asimismo, una mayor sensibilidad a las perforaciones.
En las radiales, las cuerdas están dispuestas de lado a lado (ortogonalmente) de acuerdo a la banda de rodamiento; mientras que las convencionales van dispuestas longitudinalmente (a lo largo de la banda de rodamiento).
Por la construcción, las radiales ofrecen menor deformación a la flexión lateral y a la flexión por cambio de dirección. Las llantas radiales ofrecen muchas ventajas sobre las convencionales, independientemente de la superficie en que se usen, pues brindan una mejor superficie de contacto con la pista y gracias a ello se tiene un mejor frenado. Sin embargo, si se usan con presión baja podría aumentar el consumo de combustible y reducir la vida útil de la llanta.
Es por ello que el neumático radial permite obtener mayor adherencia minimizando el deslizamiento, reduciendo, de este modo, le velocidad de desgaste. La cima del neumático radial cinturada resiste mejor a las agresiones y perforaciones. Su gran espesor de goma le asegura una mayor longevidad. Sus flancos, más flexibles, proporcionan mayor confort, sin que ello vaya en detrimento de la estabilidad, lo que aporta una mayor seguridad.
Finalmente, lo importante es determinar el tipo de terreno en que se conducirá el vehículo y en función a ello escoger el tipo de llanta, básicamente por la cocada, pero siempre es recomendable que sean radiales.